01 enero 2024

Para sí mismo (Marco Aurelio).

    No sólo que cada día se agota más nuestra vida y queda menos, sino también esto: si vivimos más, ¿podemos estar seguros de que nuestra mente seguirá estando a la altura de la comprensión del mundo, de la contemplación que aspira al conocimiento divino y humano? Si nuestra mente empieza a divagar, seguiremos respirando, seguiremos comiendo, imaginando cosas, sintiendo impulsos, etc. Pero sacar lo mejor de nosotros mismos, calcular donde está nuestro deber, analizar lo que oímos y vemos, decidir si ha llegado el momento de dejarlo... todas las cosas para las que se necesita una mente sana... todas ellas desaparecen.

    Así que tenemos que darnos prisa.

    No sólo porque nos acercamos cada día más a la muerte, sino también porque nuestra comprensión ---nuestra comprensión del mundo--- puede desaparecer antes de que lleguemos a ella.

Libro Tercero.


    Ser como la roca sobre la que se estrellan las olas. Permanece impasible y la furia del mar se aquieta a su alrededor. Hay quien dice, "es lamentable que esto haya sucedido", ¡no!, es una suerte que haya sucedido y que yo haya salido ileso de ello, no destrizado por el presente ni asustado por el futuro. Podría haberle ocurrido a cualquiera. Pero no todo el mundo podría haber salido ileso. ¿Por qué tratar una cosa como una desgracia y la otra como una suerte? ¿Realmente puedes llamar desgracia a algo que no viola la naturaleza humana? ¿O crees que algo que no va contra la voluntad de la naturaleza puede violarla? Pero tú sabes cuál es su voluntad. ¿Lo ocurrido te impide actuar con justicia, generosidad, prudencia, cordura, honradez, humildad, rectitud y todas las demás cualidades que permiten que la naturaleza de una persona se realice?

    Así que recuerda este principio cuando algo amenace con causarte dolor: la cosa en sí no fue ninguna desgracia; soportarla y prevalecer es una gran suerte.

Libro Cuarto.


    Los elementos se mueven hacia arriba, hacia abajo, en todas direcciones. El movimiento de la virtud es indiferente, más profundo. Se mueve a paso firme por un camino difícil de discernir, y siempre hacia adelante.

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    No asumir que es imposible porque te resulta difícil. Sino reconocer que si es humanamente posible, tú también puedes hacerlo.

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    Si alguien puede refutarme ---demostrarme que estoy cometiendo un error o que veo las cosas desde una perspectiva equivocada---, cambiaré con mucho gusto. Lo que busco es la verdad, y la verdad nunca ha hecho daño a nadie. Lo que nos perjudica es persistir en el autoengaño y la ignorancia.

Libro Sexto.


    Cuando la gente te haga daño, pregúntate qué bien o qué mal pensaron que saldría de ello. Si lo entiendes, sentirás simpatía en lugar de indignación o ira. Tu sentido del bien y del mal puede ser el mismo que el suyo, o cercano a él, en cuyo caso tienes que disculparlos. O tu sentido del bien y del mal puede diferir del suyo. En cuyo caso están equivocados y merecen tu compasión. ¿Es tan difícil?

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    Trata lo que no tienes como si no existiera. Mira lo que tienes, las cosas que más valoras, y piensa en cuánto las desearías si no las tuvieras. Pero ten cuidado. No sientas tal satisfacción que empieces a sobrevalorarlas, que te disgustaría perderlas.

Libro Séptimo.


    No dejes que tu imaginación se vea aplastada por la vida en su conjunto. No intentes imaginarte todo lo malo que podría ocurrir. Limítate a la situación que tienes entre manos y pregúntate: "¿Por qué es esto tan insoportable? ¿Por qué no puedo soportarlo?". Te dará vergüenza responder.

    Entonces recuérdate que el pasado y el futuro no tiene poder sobre ti. Solo el presente, e incluso eso puede minimizarse. Sólo tienes que marcar sus límites. Y si tu mente intenta afirmar que no puedes resistirlo... pues entonces, avergüénzate de ella.

Libro Octavo.

 

    La despreciable falsedad de la gente que dice: "Escucha, voy a ser sincero contigo". ¿Qué significa eso? Ni siquiera debería ser necesario decirlo. Debería ser obvio, escrito en letras mayúsculas en tu frente. Debería ser audible en tu voz, visible en tus ojos, como un amante que te mira a la cara y capta toda la historia de un vistazo. Una persona directa y honesta debería ser como alguien que apesta: cuando estás en la misma habitación con él, lo sabes. Pero la falsa franqueza es como un cuchillo clavado en la espalda.

    La falsa amistad es lo peor. Evítala a toda costa. Si eres honesto y directo y tienes buenas intenciones, debería notarse en tus ojos. Debería ser inconfundible.

Libro Undécimo.


    Si no es correcto, no lo hagas. Si no es verdad, no lo digas.

Libro Duodécimo.