¿Las personas cambian? Si cambian, ¿pueden hacerlo para bien? ¿Las situaciones límite de la vida nos pueden iniciar en un proceso de transformación profunda o nos llevan de manera indefectible a un laberinto de vicios que pretenden evadirnos de nuestra realidad?
Los aspectos cotidianos, inherentes e inexorables asociados a las vicisitudes de la vida, a la existencia, por sí mismos y de manera aislada resultan en ocasiones muy difíciles de sobrellevar; sin embargo, cuando se presentan conglomerados en un lapso de tiempo relativamente corto, las consecuencias suelen ser catastróficas, al grado de minar la voluntad de existir para quien los recibe, o de intentar buscar refugio, alivio, y distracción en cualquier cantidad de vicios. Algunos de estos infortunios que rigen a la existencia humana, son precisamente los que llevan al protagonista a una situación límite de la que no sabe si saldrá airoso, abatido, o resignado a desfallecer y dejarse arrastrar por la corriente de la vida hasta que el último latido de su corazón lo abandone, si antes no deja de asistirlo la razón.
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