F. Nietzsche, La gaya ciencia.
“Qué pasaría si un día o una noche un demonio se deslizara furtivo en tu más solitaria soledad y te dijera: ‘Esta vida, tal como la vives ahora y tal como la has vivido, la tendrás que vivir una vez más e incontables veces más; y no habrá nada nuevo en ella, sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y suspiro y todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida tendrá que retornar a ti y todo en la misma serie y en la misma sucesión –e igualmente esta araña y este claro de luna entre los árboles, e igualmente este instante y yo mismo. El eterno reloj de la arena de la existencia será girado siempre de nuevo– y tú con él, mota de polvo del polvo’ […] ¿Cómo tendrías que quererte a ti y a la vida para no pretender nada más que esta confirmación última, que este último sello?”
El bucle de la vida.
La vida es un conjunto de experiencias; algunas buenas, otras son malas, otras te enseñan grandes lecciones. Es algo que no podemos entender en su totalidad. Solo sabemos que existimos y estamos conscientes de que vivimos.
Esta vida, la que presenciamos cada segundo, influye en nuestra forma de ser, de vivir, de sentir. Pero, lo cierto es que no tenemos el control total de nuestra vida; por más que uno quiera y se esfuerce para que las cosas salgan como se espera, no siempre se logra. Y eso no es razón para que uno se dé por vencido, es una razón más para seguir adelante, aprender de ello y seguir por el buen camino para cumplir nuestro propósito de vida. Uno mismo tiene que aprender a quererse para poder valorar la vida que tiene y disfrutar de ella, a pesar de las malas experiencias que se presentarán a lo largo de la vida. Cuando aprendamos a vivir y a aceptar las cosas tal y como nos suceden, volveríamos a existir una y otra vez.
Nadie se hace fuerte sin situaciones difíciles. Todos pasamos por situaciones complicadas en algún momento de nuestra vida, es parte de ella. Algunos la superan y siguen adelante, otros de igual manera, la superan y aprenden de ese momento; otros se rinden y no siguen con el camino de la vida, no saben valorar lo que tienen y simplemente ceden ante la vida.
La mayoría de las personas siempre nos enseñan a amar a los demás, pero jamás nos enseñan verdaderamente como amarse y valorarse a sí mismo. No podemos amar a los demás nivalorar lo que tenemos sin amarse a uno mismo primero; puesto que si uno como persona no se respeta ni se preocupa por sí, no sabe cuidarse y, por lo tanto, no sabe cuidar a los demás. No sabe valorar la vida.
¿Cuántas buenas experiencias hemos tenido a lo largo de nuestra existencia? Muchos podrían decir que han vivido muchísimas experiencias maravillosas, algunos podrían decir que han experimentado pocas experiencias buenas, dado que no todos tenemos la misma suerte de vivir bajo un techo y tener todas las comodidades que como ser humano, se necesitan para un buen desarrollo. Desde mi experiencia, he visto que la mayoría de las personas se enfocan en las cosas malas que les suceden, y se dejan llevar por los malos pensamientos, en vez de enfocarse en la búsqueda de una solución; se quedan estancados sin poder seguir adelante, no avanzan en ningún aspecto. Nosotros mismos somos la primera prueba de nuestras vidas, e incluso, llegamos a ser nuestros propios enemigos a lo largo del camino. Pero eso no quiere decir que por el simple hecho de ser nuestro propio mal, no hay que querernos. Al contrario, es un indicio de que tenemos que aprender de nosotros y aprender del mundo que nos rodea, ya que “La verdadera sabiduría es reconocer tu propia ignorancia.”(Sócrates). Todos los días aprendemos algo nuevo, algo que nos enseña a vivir.
Sin duda alguna, volver a experimentar nuestra vida es lo mejor. Dado que nuestra vida es lo mejor que podemos tener. A pesar de que algunos no tengan una buena vida, siempre tienen la oportunidad de cambiar eso; somos lo que queremos ser. Puesto que: “El hombre es el único que no solo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere y como se concibe después de la existencia” (Sartre, 1946).
En consecuencia, cada placer, cada dolor, cada alegría, cada sufrimiento, respiro y minuto que vivimos, se tiene que disfrutar como si fuera el último. Porque a pesar de que probablemente lo volvamos a vivir, sentir de la misma manera y orden en el que lo experimentamos por primera vez, no sabemos cuán volvamos a tener la maravillosa experiencia de vivir nuestra vida, de tener las oportunidades y personas que nos han acompañado a lo largo del camino de la vida.
No hay que tener miedo de vivir, no hay que temerle a lo que se aproxime o lo que se nos presente en un instante; ni hay que tener miedo de fallar, porque “El que tiene grandes pensamientos, a menudo comete grandes errores.” (Martin Heidegger, 1927). Solo hay que vivir, tratar de conformarnos con lo que tenemos y, aspirar a mejorar nuestra vida.
Ricardo Ruiz Sánchez